Barrancas, sitios tabúes
Elba Stephens Wulfrath
La Maestra Elba Stephens Wulfrath es Antropóloga en Etnología y Maestra en Humanidades. Es la Secretaria del Seminario de Cultura Mexicana, Corresponsalía Cuernavaca.
Esta publicación fue revisada por el comité editorial de la Academia de Ciencias de Morelos.
Las barrancas
Las barrancas son sitios tabúes privilegiados por la “sobre naturaleza” que nos rodea, misma de donde nacen y conviven el mundo mágico, el real y el mundo otro.
El mundo de la sobre naturaleza, aquel que nos es ajeno, el que no conocemos, pero a veces pasamos cerca de él. En donde nos volvemos frágiles y vulnerables, ya que estamos acostumbrados desde tiempos remotos a rodearnos de otras personas y así protegernos del frío, de las bestias y de los peligros que guarda sobre todo… la noche. Hora numinosa -misteriosa, fascinante- por excelencia, en donde el imaginario hace de las suyas.
El ser humano en su círculo de fuego o zona de confort se siente cómodo y seguro, acostumbrado al ruido de las grandes urbes, de sus ciudades y ranchos. Al salir de dicha zona descubre otro mundo o realidad, en donde nota sonidos quizá nuevos para él, mas no para la gente de campo, o para los que pertenecen a dicho entorno, echando rienda suelta a su imaginación en donde percibe una realidad aparte, en donde lo que ve y escucha puede no ser lo que él cree, engañando sus sentidos.
Foto: Altos de Morelos, Elba Stephens Wulfrath
¿Qué es un sitio tabú?
La palabra tabú, de origen polinesio, es una prohibición para librar a algo de una catástrofe. El sociólogo Emilie Durkheim lo define como un conjunto de prohibiciones rituales que tienen por objeto prevenir las peligrosas consecuencias de un contagio mágico, impidiendo todo contacto entre una cosa, o una de las cosas, en donde se supone que una es un principio sobrenatural, y las otras no poseen ese mismo carácter o que no lo poseen de igual grado. El tabú siempre es una categoría negativa, una prohibición. En el pasado no existían las prohibiciones, así que los antiguos las instituyeron por medio del tabú fundando el buen orden y funcionamiento del universo [1].
Determinaron de una vez para siempre las relaciones entre los seres y las cosas, entre los hombres y los dioses, marcaron los campos de lo sagrado y lo profano definiendo los límites de lo permitido y lo prohibido. En polinesio lo contrario a tabú es Noa - “libre”- esto es, todo lo que se puede realizar sin comprometer el orden del mundo, sin desencadenar desgracias y calamidades.
Un sitio tabú será aquel lugar en el que existe una restricción de cierto tipo, ya sea impuesta por un rito, el mito o lo mágico. También se le puede llamar sitio tabuado.
Cuernavaca es el municipio de Morelos con mayor número de barrancas y es en estos sitios donde puede pasar cualquier cosa, al igual que en muchos parajes del Estado de Morelos, ya que forman parte de una geografía sagrada que cobija otros sitios tabuados, como cuevas y ríos. Es en donde viven las plantas del poder, en donde podemos cruzar umbrales mágicos que nos transportan a otras dimensiones dentro del pensamiento mágico.
Aquí en Morelos, antes de adentrarse en una barranca, la tradición ancestral dice que se debe de llevar a cabo un ritual: como ponerse perfume, llevar incienso, una flor aromática o fumar un cigarro, para así avisar a los guardianes del lugar que se va a entrar y no correr peligro de que un mal aire haga daño o que algún dueño o guardián del lugar se moleste. Con el aroma, estos seres quedarán complacidos y protegerán al viajante. Mismo caso en los cruceros.
Foto: Altos de Morelos, Elba Stephens Wulfrath
Naturaleza de las barrancas
Los olmecas consideraban que todo lo que nos rodea son seres vivos incluyendo montes, lagos, ríos, barrancas que a veces toman vida. Creían que en ellos viven espíritus de los ancestros, así como dioses de la naturaleza y los espíritus de la tierra. Son sitios que debemos respetar. Sus montañas son el vínculo entre el cielo, la tierra y el Inframundo.
Dentro de la cosmovisión nahua las barrancas corresponden, en su bipolaridad de pensamiento, a lo frío. Esta bipolaridad divide las cosas en frío y caliente y es así como ordenan el cosmos: lo frío se asocia con lo femenino, mientras que lo caliente, cálido y vital pertenece a lo masculino.
En los mitos de origen nahua la misma luna salió de una cueva (leyenda del quinto Sol) al nacer de sus entrañas; ambas de naturaleza fría, naturaleza femenina.
Todo lo frío es nocivo y hostil para el ser humano ya que su carga es negativa y se asocia con la muerte; y es al frío al que pertenecen también las cañadas, tierras de plantación que tienen esta naturaleza. El frío es equivalente a la muerte, al mundo subterráneo y a lo no domesticado; como el monte, la barranca, los animales silvestres, las cuevas, los manantiales, los lugares abandonados, panteones y funerales. Todos ellos sitios peligrosos y de alto riesgo ya que pueden enfermar a la gente.
Arte digital: Tlacuache. Víctor Meléndez Ramos
Esta división de frío-caliente también afecta a las deidades, en donde las frías se dividen a su vez en húmedas y nocturnas que habitan abajo del suelo; mientras que las calientes, cálidas y solares habitan en la superficie terrestre y el cielo.
Arriba está la naturaleza cálida, la madre tierra símbolo de fertilidad, mientras que abajo se asocia a los lugares húmedos y verdes. En medio los hombres y lo sobrenatural. Abajo viven los encantos, el dueño de los animales salvajes que rige todo en ese plano. De estas deidades y sitios fríos es que emanan los vientos o espíritus que recorren los espacios fríos, como las barrancas, siendo ellos sus dueños, por lo que se les ponen ofrendas llamadas “Huentles” en Morelos, que consisten en poner ollitas de barro con agua y comida, aunque también podemos encontrar moños rojos amarrados a los árboles como se observa en montañas como El Tepozteco y otros sitios de poder tabuados. En la mayoría de los casos son para estos vientos, que pueden ser buenos, traviesos o malos. Ya que son ellos los dueños y cuidadores de la montaña o barranca.
Arte digital: Víctor Meléndez Ramos
Portales al inframundo
Las barrancas son custodios de grandes tesoros, de los que viven en ellas, así como de otros que emanan de la tierra y del mundo subterráneo en donde se llevan a cabo actividades del inframundo; sitio a dónde van los muertos quienes desarrollan una vida semejante a la de la superficie terrestre pero en un espacio y tiempo distinto, lugar numinoso descrito como una especie de paraíso en donde moran todos los animales silvestres, lugar verde y fértil en donde se resguardan todas la riquezas inimaginables [2].
Mictlán, lugar de los muertos, códice Fejérváry-Mayer
Sus tesoros vivos son sus habitantes que nacen, crecen, se reproducen y mueren: animales, plantas y piedras del poder. En sus parajes y ríos también viven y nacen otros seres considerados en su mayoría como malignos, como es el caso de los nahuales: “Seres que nacen de una piedra”. “Que son lo que son” [3]
Nacimiento del nahual
Algunos nahuales nacen del agua revuelta de los ríos, en donde el agua revienta, en donde se forman pequeñas cascadas. Cuando el agua corre y choca, en la piedra se escucha un ruido y es entonces es cuando el animal sale de la tierra.
Es del que hablan las mujeres que se bañan o lavan en los ríos. “Aquel que te juega, que te corre todo el cuerpo y sabe todo de ti. Esas aguas quedan jugadas y ahí junto con él habitan seres y animales malos” [4].
“Es un animal muy grande, parecido a una araña, como una Tarántula, así de peludo y con muchos ojos, pero a diferencia de ellas tiene dos cabezas, una por delante y otra por detrás del lado de la espalda. Es un animal muy feo [5] ”.
Arte digital: Araña nahual. Víctor Meléndez
Las barrancas, lugares idóneos para hablar de aparecidos y espantos, en donde el mito y la leyenda desarrollan su función social como pautas reguladoras, llevando en ellos el mensaje secreto del respeto a la naturaleza y la no depredación, convirtiéndose en equilibradores. Y son los especialistas rituales: los sanadores, los curanderos, las parteras tradicionales, los señores del tiempo, los cronistas de los pueblos, entre otros, todos ellos cartas vivientes portadoras de saberes ancestrales, los encargados de cumplir con dicha función a través de la tradición oral que han heredado.
Referencias
1.- Durkheim, Emile “LAS FORMAS ELEMENTALES DE LA VIDA RELIGIOSA”. Colofón, S. A. ‐ Morena 425‐A ‐ 03100 México, D. F. ISBN 968‐867‐017‐0 Impreso y hecho en México.
2.- López Austin, Alfredo. Tamoanchan y Tlalocan. Fondo de cultura económica, México,1994.
3.- Stephens Wulfrath, Elba. Entrevista con doña Marcela, Yautepec, Morelos. Diario de campo personal. 2019.
4.- Stephens Wulfrath, Elba. “En el umbral”, e-book Amazon Kindle. Cuernavaca, Morelos, 2019.
5.- Stephens Wulfrath, Elba. Entrevista con Bony, Cuernavaca, Morelos. Diario de campo personal, 1997.
Esta columna se prepara y edita semana con semana, en conjunto con investigadores morelenses convencidos del valor del conocimiento científico para el desarrollo social y económico de Morelos. Desde la Academia de Ciencias de Morelos externamos nuestra preocupación por el vacío que genera la extinción de la Secretaría de Innovación, Ciencia y Tecnología dentro del ecosistema de innovación estatal que se debilita sin la participación del Gobierno del Estado.
La Academia de Ciencias de Morelos hace una gran labor de divulgación sobre el tema del cuidado del medio ambiente para alcanzar el desarrollo sustentable. La contribución de hoy es un aporte importante desde la visión de la investigación en antropología y en etnología, y el conocimiento de los saberes ancestrales de nuestros pueblos originarios.